¿POR QUÉ? Es una pregunta muy frecuente que aparece tras el diagnóstico de cáncer.

En mi caso no me preguntaba un ¿por qué a mí? No sentía que fuese una “víctima” del cáncer por haber hecho o dejado de hacer algo, ni que unos lo merezcan más que otros, porque no entiendo la enfermedad como un castigo, ni la salud como una recompensa.

Mí ¿por qué? Pretendía más buscar la “razón” por lo que había sucedido eso en mi vida.

Y la pregunta me acompañó durante mucho tiempo…pero ninguna respuesta me convencía. Hay miles de teorías sobre el cáncer: porqué se puede desarrollar, factores a favor, otros en contra…yo no buscaba teorías, sino mi VERDAD.

Y no fue un día, ni de repente, ni una revelación, sino más bien una transformación lenta, según avanzaba en mi proceso, en la que el ¿POR QUÉ? Empezó a dejar de tener sentido y se fue tornando en un ¿PARA QUÉ?: Para qué puede haberme sucedido esto, con qué propósito, y como puedo aprovecharlo? Y ante esa pregunta, sí empezaron a aparecer respuestas.

Comencé a abandonar el porqué, que me obligaba a mirar hacia ATRÁS buscando una explicación y empecé a darle más importancia al para qué, que me impulsaba a mirar hacia DELANTE y darle un sentido a todo lo que me estaba sucediendo.

Hace tiempo leí un libro: “Morir para ser yo” de Anita Moorjani (os lo recomiendo), que me marcó profundamente. En él, cuenta una ECM (Experiencia cercana a la muerte) que tuvo cuando tenía un cáncer terminal, de la cual volvió para contarlo. Durante esa ECM, entre otras cosas, cuenta cómo contempló toda su vida como un inmenso tapiz, donde cada suceso, persona y situación eran hilos que encajaban a la perfección, donde no había nada que estuviese bien ni mal, todo era perfecto tal cual había sucedido para formar ese hermoso tapiz.

Sé que es difícil darle sentido a sucesos desagradables, enfermedades, cosas que no deseamos…Es difícil encontrar, o entender ese ¿para qué?…A mí me ayuda saber, que aunque a veces no me guste el color del hilo que me toca tejer, al final todo forma parte del precioso TAPIZ DE LA VIDA…

(Gracias Anita)