¿Cuánto pesan las palabras? ¿Qué valor tienen al decirlas? Y sobre todo: ¿Cuánto puede “pesar” o “valer” en la vida de otra persona? Yo lo sé: mucho. En algunas ocasiones TODO.

Una palabra, o una frase, puede ser una marca indeleble en tu camino, un punto de inflexión, una parada, un lugar donde agarrarte con fuerza o, por el contrario, lo que te envíe a lo más profundo de la oscuridad…

Yo lo he vivido, he sentido el “peso” de las palabras.

Cuando te encuentras en una situación vulnerable, cuando de la noche a la mañana te conviertes en “enfermo de…”, y todo empieza a tomar un ritmo vertiginoso, incontrolable, donde todo es desconocido y da miedo…Cada palabra, gesto, mirada, detalle…puede marcar tu día, tus decisiones, puede incrementar o disminuir tu angustia…Puede pesar mucho.

Yo pasé tres semanas de oscuridad, las peores de todo el proceso, donde las pruebas, resultados, noticias se imponían de manera vertiginosa sin tener en cuenta que yo, no tenía tiempo para asimilar todo. Lo sentía como un discurso infinito que no paraba, hileras de frases que se sucedían atropelladamente contándome mil cosas que no quería oír, un reguero de palabras que pasaban por mi mente como si fuese un batallón de hormigas, muy pequeñitas, escritas en minúscula: enfermedad, pronóstico, diagnóstico, tratamientos, cirugías, estudios genéticos, bla, bla, bla….Entre medías de ese discurso, una frase resonó para mí con MAYUSCULAS:

“VAS A VER CRECER A TUS HIJOS”

Aquella doctora, mientras me exploraba y me contaba el tratamiento, puso su mano en mi hombro y me dijo esa frase. Esas palabras con MAYUSCULAS, fueron para mí como una cuerda que alguien me lanzó al fondo del pozo donde yo había caído…y, a esa cuerda, me agarré con todas mis fuerzas y empecé a subir…

Cuando llegué a casa, mi marido y yo, hicimos una lista con todas las cosas que teníamos a favor y nos iban a ayudar en el proceso y…encabezamos la lista con esa frase: “VAS A VER CRECER A TUS HIJOS”.

En realidad, esa doctora no lo sabía, no podía saberlo, porque nadie sabe lo que va a pasar, pero…puestos a no saberlo, optó por esa frase esperanzadora, y yo, le estaré eternamente agradecida.

Nuestras palabras, gestos, detalles, miradas…tienen peso, a veces TODO el peso. Ahora procuro poner atención en mis palabras, no hablar a la ligera, sentir lo que digo, procuro darle valor a cada palabra, porque sé lo que puede “pesar” en la vida de otra persona…

Y alguna vez, si siento que vuelvo a ese pozo de oscuridad, me agarro con fuerza a esa cuerda, a esa frase, que aún hoy sigue encabezando mi lista de cosas a favor, la que más “peso” sigue teniendo en mi vida…VER CRECER A MIS HIJOS.

(Gracias eternas a aquella doctora…. :))