En 10 horas hay muchos minutos, en una jornada de trabajo hay muchos momentos…yendo de aquí para allá, poniendo medicación, mirando monitores, controlando alarmas…
Puede parecer que no te veo, puede parecer que no siento…Pero…
Durante un minuto me paro, ignoro el bullicio de alarmas y monitores, olvido mi uniforme blanco y, mentalmente, me tumbo a tu lado, sólo acompañándote, sintiendo lo que sientes, recordando que yo también estuve ahí tumbada y sin olvidar que puedo volver a estarlo…
Durante un minuto, siento un profundo respeto hacia ese momento tan importante de tu vida por el que estás pasando…Pero no puedo seguir tumbada, la realidad me levanta y siguen pasando minutos…
Durante un minuto me paro en los ojos de tu familiar, olvido mi uniforme y me pongo a su lado, acompañándole, sintiendo lo que siente, recordando que yo también estuve ahí, acompañando y que, en cualquier momento, puedo volver a estarlo…y siento un profundo respeto hacia ese momento tan importante de su vida…
Durante un minuto me paro y veo a mis compañeros, que a su vez se paran y viven sus propios minutos…Y siento un profundo respeto hacia ellos y cada una de las formas de vivir sus minutos…
Una jornada tiene muchos minutos, una vida tiene muchos momentos…entrelazados, mezclados, sentidos, vividos…todos separados, pero a la vez unidos…formando parte de lo mismo, aunque cada vez ese minuto lo vivamos desde un lado…
Ahora, durante un minuto, me paro y respiro profundo, agradeciendo cada uno de esos minutos …
A mis compañeros de jornada, a los enfermos, sus familiares, a cada persona que vive esos minutos…
( Obra “Mujer llorando” de Klimt, pintada por Nadia, mi hija mayor, 9 años)